lunes, 24 de enero de 2011

Mi impronta es antiglobalización. La globalización puede existir frente a una computadora, moviendo dinero aquí y allá, sin tener que ir a ningún lado, pero no deja de ser otra trampa que han encontrado para quitarles los derechos a todos. Los bancos, por ejemplo, han tomado todo el dinero que los estados les han dado con la excusa de la crisis, pero también lo han tomado antes. El año pasado hice en Francia una obra donde convertí a dólares todos los euros de mi presupuesto y los colgué de una cuerda como calcetines. Cuando terminó la exposición, los recogí. El dinero, así, no produjo  nada. Aunque cuando se usa para producir, son todavía los bancos los que ganan.

Gianni Motti: "En Italia y en toda Europa nunca hubo tanto racismo como ahora"

Los modos en que el ansia permanente de quienes sueñan con nuevas “tierras de oportunidades” se amolda a los caprichos nunca ingenuos de los controles inmigratorios es el tema principal de Carlos Garaicoa. En su instalación Welcome, las solicitudes para obtener la anhelada green card, que permite ingresar y trabajar en los Estados Unidos, se mezclan en un mismo espacio con un catálogo de diferentes insectos disecados, haciendo de lo natural un ámbito donde lo autóctono se mezcla de un modo ambiguo con lo indeseable.

Una necesaria reflexión sobre las fronteras y las migraciones