jueves, 21 de abril de 2011

No es un detalle que, junto a Martin Amis o Hanif Kureishi, McEwan sea una de esas estrellas del circuito literario inglés capaces de permitirse textos como quien satisface algún capricho exótico (o innecesario). En ese sentido, Solar podría leerse en la misma línea de lo que Submarino Amarillo fue para Los Beatles: una excentricidad posible para quien todo está admitido (como cualquier estrella pop, McEwan promocionó su novela fotografiándose entre libros y champagne con un cerdo bautizado Solar).

Solar