lunes, 4 de julio de 2011

Yo he visto también cómo a Murakami había que salvarlo de la multitud en Barcelona para que no le arrancaran la ropa, como si fuera un rockero. Es alucinante. O salas inmensas llenas para escuchar a Almudena Grandes hablando sobre la memoria histórica de España, con gente que llora por asuntos de hace 50 años. Lo que pasa es que esto se da cada vez menos porque los escritores jóvenes están viviendo una decepción extraña. No hay ilusiones fuertes entre ellos. Al menos en España, los escritores jóvenes que conozco están más pendientes del dinero que van a ganar en lo más inmediato o de cómo van a formar sus familias. ¿Qué riesgos van a correr? ¡Ninguno!

El difícil oficio de leer y descubrir