miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tomemos el caso del antropomorfismo: nosotros hablamos con computadoras, con ascensores o con muñecas todo el día. Sociólogos han hecho en París trabajos sobre los cajeros automáticos: la gente les dice de todo a esas máquinas. Así que hay una proliferación continua de una especie de “antropomorfismo superficial”. Hablar con objetos como una estatua, por ejemplo, aún ocurre en situaciones muy específicas: una pequeña iglesia, por problemas de dolor o alguna desgracia. Ahí todavía se cristaliza algo semejante a un artefacto viviente. Así que no estoy tan seguro de que, en este nivel, las cosas hayan cambiado tanto.

Carlo Severi, la construcción social de la memoria